"La revolución que pensadores como Freud, Marx, Jung o Sartre, produjo un paso en el proceso de liberar al hombre de las cadenas de esclavitud de los templos y, al mismo tiempo, generó un hueco, una carencia, una ausencia, que ni inconsciente, relaciones de producción, arquetipos o “nausea” existencialista, pudieron cubrir. Es más, los seres humanos, sin darnos cuenta, adquirimos nuevos amos que substituyeron los anteriores. Nuevos motivos de culpa y condena.
De manera que, el quebranto y menoscabo del “poder del pecado contra Dios” no aportó un mayor grado de libertad a la humanidad, ni disminuyó la presión de los sentimientos de culpa, angustia, soledad y tristeza. Y, esto que sucede en lo general, acontece en lo particular.
Las personas que consultan a un terapeuta pueden haber prescindido del fundamento espiritual de su vida, pero eso no les trajo menos culpa, menos desesperación o menos inseguridad. Guillotinar a Dios no supone matar la culpa.
Bach, propone otro sendero: recuperar una autentica espiritualidad basada en la libertad y el amor que lleva a que culpa y desesperación desaparezcan de nuestra existencia. Y, en este punto, Pine, tiene una participación esencial. Nos hace responsable de ser “prójimos”, con nosotros y con los otros, nos enseña a portarnos bien con nosotros mismos. Y, entonces, como resulta que así como nos tratamos trataremos a los otros, si somos responsables por nosotros, seremos responsables por los otros. En suma, del mismo modo como no nos condenamos, no condenaremos; así como no nos juzgamos, no juzgaremos. De nuevo, se desnuda otra vinculación floral: en este caso entre Pine y Beech."
(Prof.Eduardo Grecco)
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