viernes, 29 de abril de 2022

LA CORRIENTE DE LA VIDA Y LAS FLORES DE BACH

por Celia Guerra BFRP

"Siempre se ha comparado a la Vida con un río y a su caudal con la corriente vital que fluye hacia abajo, descendiendo, discurriendo en un mismo sentido sin poder jamás dar marcha atrás.
Ir a favor de esa corriente de Vida, significa que nos estamos moviendo con el movimiento, que estamos en concordancia con nuestro ser, que estamos centrados.
Cuando el sentimiento de lucha se ha transformado en aceptación nace una conexión aparentemente sencilla que conduce a la personalidad hacia una espiritualidad sutil, particular y única para cada persona.
Es entonces cuando de forma natural todas las experiencias discurren naturalmente, tal como lo hace ROCK WATER disolviendo a su paso la dura piedra que la contiene, deslizándose por el camino curvo de la libertad, estableciendo sus propias normas.
Sucede que en ocasiones la personalidad nada en contra de la corriente, y es justo en esa interrupción, donde pueden encontrarse los bloqueos que, bien entendidos, se convierten en aprendizaje, por ejemplo, cuando se desea que otros cambien y aflora la vehemencia VERVAIN intentando convencer de lo que conviene, de todo lo que la otra persona debería de hacer y se hace desde la obcecación, el entusiasmo impide observar si la reacción del otro es participativa o no.
En ocasiones, persiste la huella de haber tenido que ir en contra de la corriente natural que indica que los grandes han de proteger a los pequeños, teniendo que asumir responsabilidades excesivas o siendo confidentes de información difícil de gestionar, absorbiendo información que interrumpe o interrumpió el ciclo natural.
Pensaremos en RED CHESTNUT para el temor por el bienestar de la familia, o de ciertas personas queridas que nos preocupan, PINE para el sentimiento de no poder solucionar las cosas aun haciendo más de lo que corresponde, SCLERANTHUS para la sensación simultánea de ser por un lado, aquel al que se habría de proteger pero por el otro, sentirse como un eje de apoyo, de manera que en el interior conviven papeles aparentemente opuestos y contradictorios.
GORSE si ya se ha instalado la creencia de que las cosas son así y por mucho que se desee no se pueden cambiar.
La metáfora del río nos transporta a la certeza de que estar vivos es estar conectados al cambio constante, no importa si todo aparece igual ante los ojos, el agua, el cauce, el viento, ha cambiado, y también las sensaciones siempre en movimiento y en continuo tránsito.
Las flores de Bach nos reconcilian suave y sutilmente con el fluir natural de la vida y nos enseñan que es justo en los remolinos donde se guarda el tesoro."
 

 

No hay comentarios:

Publicar un comentario