Los sentimientos de culpa no están aparte de una cierta soberbia y 
egocentrismo que se ha apoderado de la identidad del individuo y la ha 
vaciado. Ahí, todo parece como que, la persona, ha perdido interés y 
contacto con la realidad. Estar fuera de la propia identidad, vivir una 
vida de máscaras o en un vacío de quién realmente se es, de ausencia de 
identidad, se acompaña, según Peter Belohlavek, un buen pensador de 
origen eslovaco, de sentimientos de soberbia
 y la culpa. También ocurre que, en repetidas veces, se da un 
desplazamiento “… de sentimientos de culpabilidad debidos a un fracaso 
existencial representado en la esfera corporal en forma de desgana, de 
falta de apetito o de “inapetencia” en el más amplio sentido de la 
palabra. (Jean B. Torelló). Esto permite comprender la razón por la 
cual, culpa y apatía (Wild Rose), estén, en ciertas situaciones, tan 
unidas. Pero, no es el único maridaje. Junto a la derivación en el 
cuerpo o la proyección en otros, que ya hemos señalado, hay más 
matrimonios posibles: que la culpa se haga rencor (Willow), dogma 
(Vervain), vergüenza (Crab Apple), amor (Holly) o rigidez moral (Rock 
Water).

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