domingo, 7 de mayo de 2023

Un iluminador texto del Maestro Grecco. No te prives de leerlo...

 

"Un punto singular que atraviesa el movimiento terapéutico del siglo XX, es aquel que dibuja la curiosa indicación, que entrelaza figuras aparentemente tan distales como Freud y Bach, según la cual la terapéutica no persigue la cura sino erradicar la ignorancia. En ambos pensadores, la consciencia es la que ignora, pero mientras que, en Freud, el saber está refugiado en lo inconsciente, en Bach su sede es el alma. El saber del inconsciente, el saber del alma. La memoria del inconsciente, la memoria del alma. Y, a pesar que Freud utiliza el poder de la palabra, función a la cual otorga la potestad de transformar disposiciones de la personalidad y resignificar sus memorias, mientras que Bach recurre a la potencia de las esencias florales, sin lugar a duda alguna, es posible concebir que ambos caminos se eslabonan dentro de un mismo espacio simbólico.

La palabra del psicoanalista, en la interpretación, contribuye a la cura de la ignorancia sobre sí mismo del paciente, de la misma manera que la prescripción de una fórmula floral lo hace. Hacer consciente lo inconsciente o erradicar la ignorancia, es un mismo proceso con nomenclaturas diversas para señalar las consecuencias que promueve, en el contexto terapéutico, la eficacia de lo simbólico. Esto da pie a sustentar un principio: la prescripción floral es una interpretación en acto.
De modo que, interpretación y prescripción, son campos de información analógicos gobernados por una misma gramática que organiza la experiencia sanadora. El Psicoanálisis, como la Terapia Floral son sistemas simbólicos, como lo es el lenguaje. De manera que, aplicando principios derivados del estructuralismo vemos que es posible utilizar las herramientas epistémicas que nos brinda la lingüística para describir los fenómenos propios del arte sanador que fundara Edward Bach. De este modo, retornamos la Terapia Floral al especio donde Bach la situó, como un territorio perteneciente al ámbito de lo espiritual y lo humano. La materia se ubica en el territorio de la energía, el psiquismo de la información, pero, lo espiritual, forma parte del universo de lo simbólico.
Para Claude Levi-Strauss, la eficacia simbólica es aquel fenómeno mediante el cual, personas, narraciones, objetos, situaciones o imágenes, cobran, en una circunstancia específica y en un tiempo puntual, la calidad de símbolo. A partir de ese momento y por esa conversión, esos elementos hasta entonces seculares, alcanzan la capacidad de ser instrumentos que posibilitan que un suceso en la historia de una persona, adquiera un significado metafísico, existencial, místico o cosmológico. Es decir, se torne sagrado, poseedor de sentido. Un sentido que emerge como respuesta a inquietudes y preguntas que trascienden el ámbito de la personalidad para abrazar el alma. Tras esto, el símbolo opera transformaciones en la realidad personal, convierte, al decir alquímico, el plomo de la sombra en oro de consciencia. De modo que, las esencias florales, actúan como símbolos de transformación del alma, mutan la obscuridad en luz, la ignorancia en sabiduría.
En la medida en que la persona se abre al conocimiento de sí y del mundo, tal como propone Bach, y contemple la realidad en la que vive, con una mirada que vaya más allá de los límites que le impone la frontera de su personalidad, esta disposición le permite advenir a la posibilidad de ser consciente del hecho que la vida es relación. El descubrimiento del otro como semejante estimula desvanecer las trampas del egoísmo y el aislamiento. El encuentro con el otro, la relación plena de alma, es la ventana de posibilidad para el despliegue de una vida que recorra el sendero de la virtud y la evolución, una vida anagógica. Sin embargo, en el mundo actual, el otro se valora como objeto y, entonces, el espejo devuelve ese valor. "Es tan triste el amor a las cosas; las cosas no saben que uno existe". (Jorge Luis Borges) Cuando en lugar de símbolos vemos cosas nos convertimos en eso que vemos.
Al igual que el símbolo una esencia floral es portadora de significado, cumple una labor iniciática, produce transformaciones alquímicas, invita a viajes anagógicos, genera comunión de la personalidad con el alma, provoca armonía, porta sabiduría, evoca huellas históricas y resignifica la memoria. Es decir, no solo es signo que cura, sino símbolo que sana."
 

 

No hay comentarios:

Publicar un comentario