domingo, 7 de mayo de 2023

MIMULUS, por el Prof. Eduardo Grecco.

 

Revisando los textos de Bach sobre Mimulus, es posible observar algunos puntos que valen la pena remarcar. Así, por ejemplo, en “Algunas Consideraciones Fundamentales sobre la Enfermedad y la Curación”, publicado en Homeopathic World, en 1930, coloca como referencia, de este remedio, al odio. Allí mismo Bach señala que los Mimulus se cansan con facilidad, sufren de agotamiento, abatimiento y debilidad, reacciones todas estas que no guardan relación proporcionada con la causa que las provoca, que las cosas que les son desconocidas les producen temor y los alteran (“los ponen nerviosos”), así como las personas extrañas y, además, “…duermen poco y no descansan bien. Les produce mucha aversión, y les agota, el ruido, hablar y, en especial, ser interrogados. Desean estar solos y tranquilos. A menudo tienen interés por el espiritismo y son médiums.”

Algunos de estos temas, ya los hemos mencionado, pero otros no. Sobre otros Bach no vuelve a indicarlos más, en sus comentarios sobre este remedio. Uno de estos aspectos, es la referencia al odio. Tal vez, este punto pueda vincularse con un comentario que aparece en Libérate a Ti Mismo (1932), acerca de que Mimulus da la capacidad de liberar, para así, que la persona sea capaz de amar su propia vida. Me pregunto, ¿Es que antes la odiaba? Por otra parte, si necesitaba libertad, ¿A que estaba atado Mimulus? La respuesta sencilla es AL MIEDO. Sin embargo, creo que es necesario contextuar el párrafo, en el cual Bach hace esta aportación sobre la libertad, un enunciado que comienza con una pregunta: “¿Desea defender su libertad y, sin embargo, no tiene el coraje de romper con sus vínculos?” Y, agrega Bach, “En ese caso Mimulus, que crece al lado de los riachuelos cristalinos, lo liberará para que ame su vida y le enseñará a sentir la más tierna compasión por los demás.” Me parece, entonces, a la luz de esta y otros apostillas, que hay que apreciar, en Mimulus, su labor como un remedio que permite transformar, en las personas que no se atreven a dejar atrás relaciones, que por alguna razón les imponen condiciones de dependencia, les absorben la energía y les impiden tenerse en cuenta, esta condición vincular. Más adelante, en 1932, dice Bach: “Mimulus está lleno de miedo. Estas personas intentan débilmente escapar de sus perseguidores, parecen estar hipnotizadas y sufren su miedo en silencio y sin resistencia. Generalmente encuentran excusas para ellas mismas.” Seguramente, cada quien hará sus propias conclusiones pero, hay una clara indicación de esta esencia para la situación en la cual la persona está encerrada en la fascinación de su abusador. Y, por otra parte, así como Heather enseña a amarnos a nosotros mismo y Chicory a los otros, Mimulus nos muestra el camino para amar nuestra propia vida, nuestra propia historia y nuestra propia circunstancia.
 
Al hablar de Mimulus, tengamos en cuenta que, sentirse atrapado, es un sentimiento, no un hecho, ni una verdad. Cuando ésta es la vivencia que invade, el primer reflejo defensivo natural, para preservar nuestra estima, es encontrar, fuera de nosotros, alguien (o algo), sobre qué hacer recaer la culpa de esta situación o, en todo caso, que le de cierta justificación. Y, si bien, el culpable puede ser un peligro auténtico que despierta miedo, sin embargo, nuestra vida es nuestra responsabilidad y cada quien crea y pinta los colores con los cuales percibe las situaciones que enfrenta.
Así, el miedo, no es una chispa objetiva, si no el darse cuenta de un peligro que sentimos que, nosotros, no somos capaces de enfrentar. Y, allí, está el punto clave: sentir que no somos capaces de enfrentar.
Esta afirmación implica considerar, en la reacción de temor, la participación subjetiva, de cada quien, en el proceso perceptivo de lo que es peligroso o no, lo que se teme o no. Por tanto, es importante abandonar el hábito de ponerse a merced de aparentes escenarios de susto, alarma e intimidación e iniciar, por el contrario, el sendero de potenciar la manera personal que, cada uno, dispone para visualizar, en el mundo y en los otros, lo amenazador o protector, lo siniestro o benigno, con la mayor cuota posible de certeza.
Esto requiere darnos cuenta que, los peligros exteriores, son proyección de nuestro universo interior; que las situaciones a las cuales tememos son, en verdad, desafíos que nos convocan a aprendizajes que nos toca realizar; que las quimeras, monstruos, esfinges, y otros símbolos que asustan, representan lo que ya habita en nuestra sombra y que demanda salir a la luz.
No obstante, y sin disminuir un ápice el comentario anterior, cuando una persona se encuentra atrapada en el miedo, esta situación representa, para la clínica, una indicación de que ella ha llegado, en su historia, a un momento de impase, que está sumergida en un atolladero, dentro de un pozo que la detiene y no la deja respirar.
Lo singular de esta circunstancia es que, como apunta Warren Buffett: A veces, salir de un pozo, es tan sencillo como dejar de cavar. Es decir, nosotros somos los autores del hoyo en el cual moramos y en el cual nos hundimos.
La evolución siempre se origina desde el interior de la persona, de manera que, para provocar una transformación verdadera, para salir del túnel, es necesario modificar nuestras percepciones, creencias, pensamientos y hábitos. En este sentido, Bach, imaginaba que la vida es un viaje y que, el disfrute de la existencia, no radica en las metas sino en el recorrido; que la vida es una aventura y que, por tanto, hay que vivirla de una manera llena de disfrute, interés, placer y entusiasmo, dado que venimos a la tierra no a sufrir sino a disfrutar, y el miedo, como la apatía, nos aleja de esa posibilidad.
 


 

No hay comentarios:

Publicar un comentario