domingo, 7 de mayo de 2023

EL EGO Y LAS FLORES DE BACH

 

Por Celia Guerra BFRP

Cuando una persona inicia su búsqueda espiritual, un mundo de sensaciones nuevas se abre ante ella. Comienza a sentir que se despiertan interiormente emociones difíciles de explicar que no corresponden a la vida cotidiana ni a la experiencia material.
Pronto se da cuenta de que ha de vencer una parte de sí misma que le impide conectar con su esencia, con su Ser Real.
Comienza a ser consciente de que en su interior habita una tendencia que se opone a esta conexión, que necesita ver para creer, que tiende a generar separación porque lo quiere todo para sí, le cuesta ser feliz aunque no le falte de nada, alimenta los problemas: se centra en ellos. Como cree saber no se abre a aprender. Esta inclinación automática que tiende a la resistencia es el ego o personalidad.
El ego es en realidad un recipiente creado para recibir belleza y bien. Puede ser amplio y por lo tanto recibir muchas sensaciones hermosas y conectadas con la parte dulce de la vida o por el contrario puede encontrarse aún inmaduro y no haberse dado cuenta aún de que recibimos para dar.
Las flores de Bach fueron creadas para recuperar la conexión entre el alma y la personalidad, entre nuestro interior (Ser Real, Guía Interno, Yo Superior…) y su manifestación exterior (ego o personalidad) ellas nos ayudan a reconectar con nuestro lado más altruista y nos llevan de retorno hacia nuestra esencia.
Poniendo algún ejemplo:
VINE nos ayuda a suavizar un ego autoritario que cree saber sin negociaciones qué es lo mejor para los demás. Este remedio nos permite recuperar una autoridad interna sana.
ROCK WATER/WATER VIOLET/BEECH permite disolver el ego espiritual si es que una persona cree haber llegado a altas cimas de elevación y siente una superioridad en este sentido.
HOLLY puede ayudarnos a ser conscientes de nuestras envidias a los demás, aunque a veces vengan disfrazadas de justicia, y así abrirnos a la admiración y a la paz internas.
LARCH para un ego boicoteador que cede sus oportunidades desde el desaliento, que desplaza sus deseos hacia aquellos que considera mejores.
Dice Ramiro Calle:
“El ego es un buen secretario si sabemos orientarlo, pero un señor perverso”
 

 

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