lunes, 8 de junio de 2020

Los árboles de Bach (2da parte) ELM

Elm, el Olmo (Ulmus procera) es un árbol majestuoso y fuerte que llega a vivir 500 años y medir hasta 25 metros. Sus flores son pequeñas y umbeliformes, de color verde con bordes rojos y estambres marrones. Por su fuerza y tamaño se lo puede comparar con el roble, sin embargo en el Olmo la fuerza está acompañada por una gran sensibilidad que se hace notoria en sus ramificaciones finas y delicadas.
En Grecia, el Olmo era el árbol del luto y de los cementerios. A la muerte y el renacimiento. Y desde entonces hasta hoy se le atribuyen diversas fuerzas curativas. Rudolf Steiner, padre de la Antroposofía, preparó su remedio Viscum album, muérdago, cuando éste crecía adherido a un Olmo.
La personalidad correspondiente a Elm es igual que el Olmo, muy fuerte; pero su gran sensibilidad hace que en ciertos momentos y repentinamente, dude de su fuerza y perseverancia. Los Elm se destacan por su gran responsabilidad, su capacidad y eficiencia dones estos que por lo general ponen al servicio de la humanidad pues encuentran en eso su vocación. Autoexigentes pueden llegar a sentir que no están a la altura de la labor a la que comprometieron sus esfuerzo por lo que comenzarán a sentirse abrumados y pueden llegar a bloquearse, señal esta de advertencia para no sobrepasar sus propios límites personales.
Dice Eduardo Grecco: “Uno de los rasgos significativos de Elm es la aspiración de perfección. Su aferramiento a modelos ideales en lugar de confiar y aprender en la experiencia. Sustentar ideas duras y estrictas de perfección, como si ellas fueran una categoría irrevocable, trae como resultado, que nunca logre, la persona que las sustenta, alcanzar a concretarlas en la realidad, por su misma naturaleza ideal. A esto se suma, sin duda, el estrés que genera buscar intentar vivir de acuerdo a una imagen inalcanzable. “
Las personas proclives a reaccionar al modo Elm atraen las responsabilidades sobre sí de un modo permanente. Es como si estuvieran atrapadas en un patrón que se reitera y del cual les resulta difícil salir. Esto les genera el vivir sobrecargados y exigidos y los conduce a un cuadro de “distrés”. Este figura clínica es una forma de estrés con implicaciones para la salud, como fatiga prolongada, somnolencia diurna, fallas en la memoria y de concentración, descuidos que pueden conducir a accidentes, descenso en el rendimiento físico e intelectual, dolores de cabeza, disfunciones sexuales, contracturas cervicales, bruxismo, problemas digestivos, diarrea o estreñimiento, proclividad al empleo de alcohol y/o drogas para relajarse y como un incentivo para mejorar el estado de ánimo decaído, pérdida o aumento importante de peso y la presencia de emociones negativas disfuncionales. (continuará)
 
 

No hay comentarios:

Publicar un comentario