Puesto
 que a lo largo del año hemos disfrutado de su iluminador conocimiento 
floral, les comparto hoy este especial MENSAJES DE NAVIDAD del Profesor 
Eduardo Grecco :
 Navidad
 A veces, parece que me resulta 
necesario optar entre disfrutar de mis libros o de mi gente. Las 
perplejidades suelen ser, en cambio, una certeza que no abre espacio 
para la duda. Estoy tan lleno de ellas, que definen mi humanidad. 
Navidad es un tiempo que forja en mi interior el deseo, no de fiesta y 
compañía, sino de silencio y soledad. Hay algo que el otoño fue gestando
 y que está listo para parir. En todo nacimiento, como en toda muerte, 
aunque uno esté rodeado de muchos, siempre se encuentra solo. Nacer y 
morir, son procesos que requieren el estar con uno mismo, con toda la 
conciencia del paso hacia el recuerdo y hacia el olvido, y es bueno que,
 en esos momentos, nadie nos distraiga. Navidad y Pascua, son tiempos 
entrelazados pero subjetivos. Están cargados de historias personales de 
mucho “ser” que aflora en las reuniones, en los regalos, en cada 
ceremonia, en cada deseo de felicidad y en cada abrazo. Navidad y 
Pascua, una divinidad que nace en nuestro corazón, una humanidad que 
muere para renacer. Recordatorio de que somos divinos, conmemoración de 
que somos humanos. Sin embargo, no solo son cronologías personales, sino
 que durante una cadena de instantes una fibra arcana e insondable nos 
envuelve con las mismas esperanzas, sueños y sentires de miles de 
generaciones, de ancestros cercanos y abismales, de hombres y mujeres 
conocidos y extraños, que resonaron, en sus momentos, con la huella 
arquetípica de nacer y morir, del encarnar lo divino, de cesar en lo 
humano. Y, tal vez, como Fernando Pessoa aporta:” …con las imaginaciones
 muertas de todo un linaje de místicos.”         
 Navidad y Pascua, 
son ocasiones cíclicas que no se comprenden a plenitud, sin enfrentar la
 una a la otra en una relación dialéctica de oposición complementaria. 
El pesebre de Holly entraña la cruz de Star of Bethlehem, la alegría de 
nacer y la tristeza del morir. En este punto nos precipitamos a una 
singular condición. Ante un niño que nace, en sus padres y familia brota
 la alegría. Para el alma de ese infante, en cambio, quizás vibra la 
tristeza de abandonar el regazo de la “Patria Celestial” para vivir en 
un “exilio”. Para quien muere y allegados, el tránsito de partir de la 
escuela de la tierra despierta tristeza, pero, el alma de quien cesa su 
carnalidad, esta dichosa de regresar a su hogar espiritual.
 Queridos
 y queridas todos y todas, no importa la fe de cada quien, ni si carece 
de fe, si participa en un encuentro comunitario en un templo (de 
cualquier naturaleza) o en una mesa repleta de comida, o si está solo. 
La fecha de Navidad o del Sol Invicto, del nacimiento de Jesús o de 
Dionisio, es una memoria colectiva de la humanidad que nos reúne en 
torno a mismo linaje: somos humanos, divinos y carnales, destinados a un
 pesebre y a una cruz, a vivir una vida sostenida en los pilares de 
Holly y Star of Bethlehem, del amor y sus penas. De modo que, en este 
día un hilo de memoria arquetípica nos hilvana en el mismo telar y nos 
recuerda que somos semejantes. Nos da la oportunidad de tomar conciencia
 que formamos parte de una sola red. Una conciencia que brota de 
despejar de nuestra vida, todo aquello que nos separa de la experiencia 
de amor. Desde mi corazón al de ustedes, feliz día. Que la fuerza 
alquímica de Holly los acompañe.