miércoles, 2 de septiembre de 2020

Star of Bethlehem.

Bach, describió esta esencia, por primera vez, en 1935 y lo hizo de un modo diferente al resto de las otras 18 que la acompañaban, en el pequeño opúsculo que pidió a su editor que agregara a la edición de Los Doce Curadores y los Siete Ayudantes. Allí dice, textualmente, “La que consuela, la que alivia los dolores y pesares.” Un simple, breve y contundente resumen de la acción de este remedio. Es interesante imaginar que el término “consuelo”, hace referencia a una acción de confortar, dar esperanza, aliviar, sosegar, mitigar la congoja, pena, angustia y agobio, que aflige y oprime a una persona y le quita interés por la existencia. Una conducta que genera, en quien la recibe, animo, alegría, felicidad y júbilo. Sin embargo, una traducción etimológica de esta palabra abre una puerta llena de implicaciones. Al rastrear su origen vemos que, consuelo, supone la presencia de un encuentro interpersonal, de un acto lleno de compasión y cuidado por el otro, ya que, su significado es: "ser con el que está solo". De manera que, consolar, no supone suprimir el dolor, sino estar junto al que lo sufre haciéndole llegar un mensaje: “No estás solo. Estoy a tu lado. Juntos llevaremos el peso de este dolor. Aquí estoy para reconfortarte”. Y, esta es la vivencia que Star of Bethlehem provoca en el corazón de las personas, un profunda sensación de “quitapesares”. Su labor genera un movimiento reflexivo, una especie de estado meditativo, singular y balsámico, pleno de quietud.
Como no sentir gratitud ante esta geométrica flor, si todos necesitamos tanto dar como recibir consuelo. (Eduardo Grecco)



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