El mandala para Carl Jung une al ser humano con su centro o con su Self. Así como las flores para el Dr. Bach comunican al Alma con la personalidad.
"Los Mandalas, contienen símbolos que abren información de la conciencia, más allá del entendimiento de la mente. Son un lenguaje de la naturaleza, una estructura circular viva, con una infinidad de puertas, que facilitan el acceso a la profundidad del Ser, a la integración del Uno, desde el centro al exterior, desde fuera al interior, en una danza de ir y venir, entrar y salir, de la potencialidad pura, a la manifestación de las formas que encarnan la fuerza creativa. Mente, cuerpo y emoción, se unen en la experiencia de contemplar un mandala, crearlo, darle vida y color, permitiendo al Yo fundirse en una comprensión profunda y genuina, de la sincronía que mueve cada circunstancia. Este contacto permite develar e integrar el sentido evolutivo de la vida, y el significado de los elementos que componen nuestra experiencia, desde el despertar de nuestra sabiduría interior."
[...] El Mandala actúa activando el punto central del sí mismo o self, movilizando energéticamente la percepción de la realidad simbólica, afectando el sistema límbico y el hemisferio derecho, desde donde emergen registros emocionales y compresiones más allá de los límites del ego. Este estado permite la integración de las vivencias desde el sentido de trascendencia, accediendo al mundo arquetípico de las formas de la Conciencia. El inconsciente emerge, comunicándose con el Yo Superior, desde donde cada sensación interior, se instala dentro de la perfección de la Totalidad.
[...]La vibración de la flor en el mandala, se potencia y equilibra su polaridad, instalando su fuerza curativa, esta vez de manera sintética, en el círculo concéntrico que sigue al defecto. Símbolos y códigos extraídos de su estructura e información, evocan las emociones y estados vinculados a las cualidades de cada arquetipo floral.
(Fuente: www.vibraflor.com)
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