Les comparto una nota que me gustó mucho:
Nacemos tan frágiles,
tan sin saber... (y a la vez sabiendo
tanto, mas sin poder aún articularlo)... Nacemos y muy pronto
tenemos que crear estrategias personales para sobrevivir. Eso casi todo el mundo
lo logra: de un modo u otro, la personita crece y se adapta. Pero
hay un paso más que no todos dan: para ello hace falta que ese ser frágil se
pare en sus propios pies, con flexibilidad y firmeza, y decida algo que asumirá
mucho más que la
mera adaptación: “Generaré
mis propias circunstancias”. Esto significa: “La vida traerá sus propios
materiales, pero el alfarero seré yo, tanto como me sea posible.”
No es arrogancia, no: es
una cualidad que proviene del
espíritu (no del ego), y que se llama autodeterminación.
A sabiendas, claramente, de que habremos que lidiar con impedimentos (a veces
tremendos), y de que tendremos que hacer del pasado un abono para nuestro
verdor... Para vivir así, bien plantados, hay algo que me enseñó el sauce de mi
casa. Paso a compartir su conocimiento, para honrar su sabia savia...
Todo sauce (planta
sedienta si las hay...) requeriría para su crecimiento de un río, tal como todo
ser humano necesitaría afecto, Belleza, alegría, una red de personas
valiosas... Y es hermoso cuando a un sauce le es dada la circunstancia de
crecer junto a un río: estira, simplemente, sus gruesas raíces, y absorbe
deliciosas humedades para robustecerse prósperamente. Sin embargo, alguien
plantó este
sauce en mi casa. Y yo... no tengo río! Pero descubrí su secreto: él sabía lo
que tenía que hacer... En vez de tender cuatro o cinco grandes raíces, como el
sauce orillero, multiplicó miles de pequeñas raicillas para obtener agua de donde fuere,
con enorme inteligencia y determinación vegetal: por metros y metros uno
encuentra, en toda su periferia, que el sauce despereza sus raicillas sorbiendo
los restos de las flores que riego, el modesto rocío de la mañana, el desagüe
de la cocina, las gotas que derrama la canilla del jardín... No teniendo lo que
necesitaría, este sauce GENERA SU PROPIA CIRCUNSTANCIA. Y yo me acuerdo de su
actitud, porque la
necesito.
La vida es árida, sí.
Pero también aquí y allá está esa cuota de valor, de Bien, de ternura: gente
que vale la pena, aprendizajes que pueden abrirnos hacia nuevos mundos...
¿Seremos un sauce llorón, penando porque no tiene río? ¿Culparemos a quien nos
plantó a orillas de nada? ¿O estiraremos nuestra naturaleza para hallar lo que
el alma pide? Somos co-creadores de nuestra realidad. Asumirlo es, -como suelo
decirme-, el bien mayor: contar
consigo mismo (así como no contar consigo es la mayor
carencia). Contar consigo mismo... hasta para poder contar con otros
semejantes!
Uno puede tomar la
posibilidad de autodeterminación como una responsabilidad tremenda... o como
una invitación a jugar el juego de los que Viven Vivos. Goethe se puso serio y
lo dijo a su modo: “He
llegado a la conclusión aterradora de que soy el elemento decisivo en mi vida.
Para los otros y para conmigo mismo yo puedo ser una herramienta de tortura o
un instrumento de inspiración. Es mi respuesta la que decide si una crisis se
escala o no. Son mis acciones las que deciden si yo me ennoblezco o me degrado
y si humanizan o deshumanizan a los demás. Soy el poder de mi vida..."
Y tenía razón: hacerse cargo de este hecho eriza el corazón! Pero puede también
hacer de nuestros nervios algo así como cuerdas de guitarra, y experimentárselo
en cambio a veces como lo expresa el poeta español Luis Salinas en estos
versos:
“Tú vives siempre en tus actos.
Con la punta de tus dedos
pulsas el mundo, le arrancas
auroras, triunfos, colores,
alegrías: es tu música.
La vida es lo que tú tocas.
Con la punta de tus dedos
pulsas el mundo, le arrancas
auroras, triunfos, colores,
alegrías: es tu música.
La vida es lo que tú tocas.
De tus ojos, sólo de ellos,
sale la luz que te guía
los pasos. Andas
por lo que ves. Nada más.”
sale la luz que te guía
los pasos. Andas
por lo que ves. Nada más.”
De nosotros (siempre de
nosotros) depende. A eso podría llamársele “la libertad posible”.
© Virginia Gawel
Psicóloga, Directora del Centro Transpersonal de Buenos Aires
Psicóloga, Directora del Centro Transpersonal de Buenos Aires