domingo, 28 de junio de 2015

Capullito de alhelí


La Flor de la Canela


Cerato, Scleranthus y Wild Oat a la hora de decidir


A la hora de tomar decisiones pueden aparecer algunos bloqueos y desde el sistema de flores de Bach contamos con esencias que nos ayudarán a sortear esa dificultad.
Recurrimos a Cerato cuando dudamos de haber tomado la decisión correcta y pedimos contínuamente consejo a todo el mundo pues no confiamos en nuestra propia sabiduría interior.
Recurrimos a Scleranthus cuando la incapacidad es la de decidir entre dos o más opciones, lo que genera una profunda tensión interna, postergación en la resolución de los problemas y pérdida de oportunidades por causa de la inseguridad y la duda.
Y tomaremos Wild Oat cuando lo que necesitemos sea decidir sobre la orientación sobre el camino a seguir, nuestra verdadera vocación o encontrar el propósito de nuestra vida.



sábado, 6 de junio de 2015

LA MEMORIA DEL AGUA

El Premio Nobel deMedicina 2008 Luc Montagnier se encuentra investigando un tema apasionante y, visto desde lo ortodoxo de la ciencia, revolucionario. Los invito a ver este sorprendente video subtitulado al español. 



La memoria del Agua por Luc Montagnier




La información que les presento ahora pertenece a Thorwald Dethelefsen y Rüdinger Dahlke y forman parte del libro “Vida y Destino Humano”.
Y lo hago porque adhiero a cada concepto de esta explicación de por qué un remedio que ante el riguroso análisis de laboratorio “no contiene más que agua y alcohol” presenta demostrada eficacia como herramienta para restablecer el estado de salud.

M.V.


“La información y el portador de información”


Miremos una cinta en cassette: vemos que consiste en una caja de plástico y en una cinta de material sintético con una capa sensible. Con este cassette se puede grabar por ejemplo un concierto o una conferencia. La conferencia o la música son la información, el cassette no es más que el portador de la información. Dos cassettes, una con una grabación de música y la otra con una conferencia no se podrían distinguir materialmente si no fuera por sus etiquetas distintas.

Lo mismo pasa con un libro. El libro mismo consiste en papel, cola y tinta de imprenta. El contenido podría ser, por ejemplo, un tratado sobre la historia de Europa. Si se le da ese libro a un grupo de científicos, con la orden de analizarlo hasta su estructura atómica, se obtendría después una lista con el peso del libro, sus medidas exactas, los resultados del análisis espectral, la composición química exacta, etc. Solamente una cosa no surgiría más en ese análisis: la historia de Europa. El contenido del libro, su información en sí, se ha perdido en el análisis.

Desde el punto de vista de los detractores de este tipo de remedios, toda la oferta compleja de libros sería una pura estafa, porque todos los libros consisten a grandes rasgos del mismo material y lo único que los distingue son los títulos. En el laboratorio no se puede comprobar ni medir técnicamente, que los distintos títulos también correspondan a distintos contenidos.

La información es siempre algo inmaterial y para ser transmitido, necesita un portador material. Un portador así puede consistir en las sustancias más variadas, cinta grabada, disco, papel, madera, piedra, metal, aire, etc., y sin embargo cumplir siempre la misma misión.

Portadores de información similares pueden transmitir las informaciones más variadas y por otro lado la misma información puede ser confiada a portadores muy variados. Lo que generalmente importa más es la información y no tanto el material del portador. Si se quiere conocer el Fausto de Goethe, es de importancia secundaria, si leo el texto impreso en papel, escrito en metal o hablado en una cinta. Lo que importa es la información en sí.

Si recibo un ejemplar del " Fausto" de Goethe, basta con este único ejemplar para transmitir la información. Diez tomos adicionales del mismo libro no aumentan la información.

Transfiramos estos ejemplos simples a nuestro problema.

En una enfermedad, siempre es el hombre el que está enfermo, nunca la materia. Esta como tal no se puede enfermar, porque toda materia es "enferma" en sí. En lo corporal se ven solamente los rastros de la enfermedad. Si se quiere curar, esto siempre tiene que combinarse con una ampliación de la conciencia, como ya recalcamos antes. Pero ampliación de la conciencia quiere decir afluencia de información. Si un medicamento quiere ser llamado "medio de curación" (= ser mediador de la curación), entonces ese medicamento le tiene que aportar al hombre la información que le falta. Si recordamos la correspondencia del hombre como microcosmos al macrocosmos, entonces todo lo que le falta al microcosmos hombre tiene que poder ser encontrado en el macrocosmos. Todos los principios están individualizados en el macrocosmos como minerales animales o plantas. Lo esencial de una planta medicinal es justamente su individualidad, su alma como representante de un principio primordial, que se manifiesta en su organismo corpóreo. Si a una persona le falta un principio primordial (el médico pregunta: ¿Qué le pasa?, en alemán "¿Qué le falta?"), se puede buscar en el macrocosmos y se le puede incorporar al enfermo esa información.
Pero para esto es necesario desprender la información de una planta de su forma corpórea aparente, de liberarla de su prisión en la materia. Después se toma esa información liberada y se la acopla a un portador de información adecuado, para así poder ser transmitida.

Tanto en el proceso de solarización como en el de ebullición empleados por el Dr. Bach para preparar sus esencias Florales se desprende paso a paso la esencia de la planta, su individualidad, de su forma corpórea y al mismo tiempo se acopla la información liberada a un portador nuevo, neutro, como por ejemplo agua, alcohol, o lactosa.

Recordarán que la dosis habitual recomendada es de 4 gotas por toma. Si por un descuido en vez de cuatro gotas se tomara usted veinte, no pasaría nada. Es como en nuestro ejemplo con el libro: diez libros adicionales no aportan más información que uno. Cien tarjetas de visita no dicen más sobre una dirección que una.

Ya lo dijo Paracelso:

"Lo que mastican los dientes, no es el medicamento; nadie ve el medicamento. No es cuestión de cuerpo, sino de fuerza."

A mi entender, Dethelefsen y Dahlke explican de una manera clara, sencilla e irrefutables en qué consiste tanto un remedio floral como uno homeopático.
Se trata en consecuencia de “frascos de información” lo que usted adquiere para su tratamiento.



Cuando una sociedad ha olvidado entenderse con el destino y no tiene ganas de asumir la responsabilidad del estar enfermo, nutre con sus propias expectativas una medicina como la tenemos hoy. Es por eso que no se puede cambiar a la medicina, sino solamente a los pacientes, y es de estos de quienes tratamos aquí. Estar enfermo significa que el hombre ha caído fuera de un orden; significa no vivir ya dentro de la ley. Ese "estar enfermo" se señaliza por síntomas. Estos tienen función de señal y pueden mostrarnos un camino al "estar enfermo" y a la curación, si se comprenden bien. Los síntomas mismos no son enfermedades, por eso lo menos importante del mundo es hacer desaparecer síntomas.



En la técnica tenemos muchos sistemas de alarma como, por ejemplo, la luz roja en un congelador, que se enciende cuando la temperatura sube en forma fuera de lo común. Al encenderse la lámpara, ninguna persona razonable iría a aflojarla y al apagarse la luz, anunciaría con orgullo haber reparado el congelador. En la "reparación" del hombre, sin embargo, se repite permanentemente ese grotesco proceder.

Apenas se "enciende" un síntoma, ya está ahí el médico para hacerlo desaparecer y anota esa treta como un éxito de la terapia.



[…] Cada síntoma reprimido obliga a la persona a manifestar su "ser enfermo" no tratado, en otro nivel Y así sucesivamente. Hay un nombre para este efecto: el desplazamiento de síntomas, pero este proceso se disimula cada vez más por la alta especialización, el enfermo lleva su próxima enfermedad al especialista siguiente.

La curación está ligada a un proceso de toma de conciencia, que lo reconcilia nuevamente con el principio primordial (Divinidad) del que estaba enfermo. Una curación así comprendida no es por supuesto cuestión de tener medios técnicos cada vez mejores, ni sistemas de diagnóstico más refinados, ni más química.



El camino de la vida del hombre debe llevarlo a la perfección, cada paso de aprendizaje, por más mínimo que sea, hace del hombre un ser más perfecto. Se es cada vez más perfecto agregando lo que aún falta, integrando lo desconocido. Por eso el hombre es confrontado siempre por una ley del destino con aquellos principios que todavía no ha realizado, que le son ajenos, que aún le faltan.



Una terapia tiene que reemplazar el proceso de aprendizaje intentado por la enfermedad, de otra manera no podrá curar nunca.”



(Dethlefsen y Dahlke – Vida y Destino Humano)