En Junio de 2011 compartí con mis consultantes vía mail un vídeo que me gustó muchísimo. Hoy, al querer verlo una vez hice "clic" en el enlace que había enviado y me encontré con la sorpresa de que había sido eliminado de la cuenta de Youtube porque violaba los derechos de copyright. Entonces volvía buscar a ver si lo hallaba en otra cuenta y sí:.lo encontré. Les sugiero verlo antes de que lo eliminen de allí también! No se si viola o no derechos de propiedad intelectual. Sólo se que es digno de compartirlo...
Bienvenidos a mi espacio Floral: Consultoría en Flores de Bach. Docencia y supervisión en el tratamiento con la terapia floral del Dr. Edward Bach.
miércoles, 9 de mayo de 2012
Un aforismo de Tagore
"No
digas "La mañana", y la dejes pasar con el nombre de ayer.
Mírala
y llámala, cada día, por primera vez, como a un niño recién nacido, aún sin
nombre"
(
en: "Pájaros perdidos")
sábado, 5 de mayo de 2012
TRABAJO DE UN PICAFLOR
Una vez, en un hermoso bosque se produjo un
terrible incendio.
Al cabo de unas horas todo parecía perderse.
Ya no quedaba donde los animales pudieran resguardarse
del horror. El final era inminente.
De repente, y como desencajado del cuadro, un pequeño
picaflor volaba hacia el río y recogía la poca agua que su
diminuto pico le permitía y, regresando hasta las llamas,
intentaba sofocar el incendio.
En uno de esos recorridos, un elefante que, paralizado
por el miedo no hacía otra cosa que contemplar a su pequeño
compañero en su ininterrumpida labor, expresó:
- ¡Oye! ¿Acaso te crees omnipotente o no te has dado
cuenta de que nada se puede hacer? ¡No lo lograrás jamás! –
Sólo un instante le tomó al picaflor responderle:
- No te confundas elefante.
No creas que pienso remediar este desastre yo solo.
No soy tan ingenuo.
Pero sí estoy seguro de que
estoy haciendo la parte que me toca.
(Texto anónimo)
terrible incendio.
Al cabo de unas horas todo parecía perderse.
Ya no quedaba donde los animales pudieran resguardarse
del horror. El final era inminente.
De repente, y como desencajado del cuadro, un pequeño
picaflor volaba hacia el río y recogía la poca agua que su
diminuto pico le permitía y, regresando hasta las llamas,
intentaba sofocar el incendio.
En uno de esos recorridos, un elefante que, paralizado
por el miedo no hacía otra cosa que contemplar a su pequeño
compañero en su ininterrumpida labor, expresó:
- ¡Oye! ¿Acaso te crees omnipotente o no te has dado
cuenta de que nada se puede hacer? ¡No lo lograrás jamás! –
Sólo un instante le tomó al picaflor responderle:
- No te confundas elefante.
No creas que pienso remediar este desastre yo solo.
No soy tan ingenuo.
Pero sí estoy seguro de que
estoy haciendo la parte que me toca.
(Texto anónimo)
miércoles, 2 de mayo de 2012
"La curación por las flores"
Tal es el título del libro publicado por la editorial Edaf que incluye dos de las principales obras del Dr. Edward Bach ("Cúrese Ud. mismo" y "Los doce curadores") y el "Nuevo repertorio de Remedios" del Dr. F.J.Wheeler (médico que trabajó con el Dr. Bach desde 1929 hasta la muerte de Bach ocurrida en 1936)
El prólogo pertenece a Susana Veilati y en él podemos leer:
"[...] Edward Bach escribe "Cúrese Ud. mismo" en el verano de 1930, en Abersoch, una pequeña villa marítima al noroeste de Gales. Acaba de dar forma al método del sol, su particular sistema de elaboración de esencias de flores. Mientras recorre la campiña seleccionando las especies que considera apropiadas y toma baños de mar, concibe esta obra, que merece ser considerada como una de las más conmovedoras y lúcidas de este siglo"
El prólogo pertenece a Susana Veilati y en él podemos leer:
"[...] Edward Bach escribe "Cúrese Ud. mismo" en el verano de 1930, en Abersoch, una pequeña villa marítima al noroeste de Gales. Acaba de dar forma al método del sol, su particular sistema de elaboración de esencias de flores. Mientras recorre la campiña seleccionando las especies que considera apropiadas y toma baños de mar, concibe esta obra, que merece ser considerada como una de las más conmovedoras y lúcidas de este siglo"
Una obra infaltable en su biblioteca.
martes, 1 de mayo de 2012
Algo para decir
Conociendo al Dr Bach:
" La historia concreta comienza una clara y
fresca mañana de primavera, el sol comienza a despuntar y el aire huele a
arcoiris. Edward camina pausadamente por su amada campiña galesa. Hace tiempo
que un impulso irrefrenable le lleva cada mañana a los prados verdes de su
tierra natal. Ese mismo impulso que le hizo transitar desde los más “sólidos
conocimientos” de la ciencia hipocrática hasta los sutiles matices de la
sabiduría paracelsiana.
No se recuerda bien si deambulaba por un lecho
de mostazas o si fue la impaciencia o la rosa silvestre las causantes de su
relámpago interno, pero en ese amanecer
Edward contempló el prodigio que desde su silencio realiza la naturaleza
todos los días. Sintió la alquimia de los cuatro elementos al deslumbrarle una
gota de rocío depositada en el pétalo de una flor inundada de sol; y ya nada
fue igual.
Quizá ésta
podría ser una descripción del momento cumbre en el que Edward Bach intuye el
principio energético que le llevaría a elaborar esencias de flores y de esta
forma redescubrir para el mundo moderno una energía sutil y poderosa que
culturas como la inca o la celta, y filosofías como la taoísta, conocieron y
manejaron, y aún más, nos podríamos remontar, según relatos de Edgar Cayce, a
la utilización de la energía de las flores en la rememorada Atlántida.
Mas esto no hubiera sido posible sin su
extraordinaria sensibilidad y su precoz y profunda consagración al servicio de la
humanidad. Edward Bach nació y creció en un ambiente rural cerca de Birmingham
en el año 1886. Este hecho y su prematura toma de conciencia del dolor y la
enfermedad, le ayudó, de un lado, a ser receptivo y sensible al mundo vegetal y
a la naturaleza, y de otro, tomar muy tempranamente la decisión de estudiar
medicina. Cursa estudios en Londres y practica la medicina ortodoxa hasta el
año 1919; pero a partir de ese año, y ante su incertidumbre en ir a la causa
profunda de la enfermedad por esa vía, adopta posiciones más “naturistas” y
comienza a practicar la homeopatía, la inmunología y la bacteriología. Imparte
numerosas conferencias y escribe artículos en revistas especializadas, lo que
le da una proyección internacional importante. Crea remedios homeopáticos a
partir de toxinas; remedios que hoy día
se siguen utilizando por muchos homeópatas y que son conocidos como los
“nosodes de Bach”. En ese tiempo prepara homeopáticamente flores como la
mostaza y la impaciencia, obteniendo muy buenos resultados en su utilización.
Durante todos estos años, Edward Bach no para
de buscar dónde está el “quid” de la enfermedad, del dolor. No le llenan los
métodos que utiliza, pues éstos no hacen sino que tratar más o menos
superficialmente los síntomas de la dolencia, y él entiende o siente que las
llamadas “causas” no son más que pasos intermedios del verdadero origen que
intuye más allá de lo puramente vegetativo o psíquico. En 1930 se produce un
suceso que marcará definitivamente su orientación. Conoce a Rudolf Steiner y
asiste a las conferencias que éste pronuncia en Londres y en las que refiere el
gran poder de curación de las flores, sobre todo a nivel espiritual, y que aún
estaba por descubrir.
Edward escribe “Cúrese usted mismo”;
(publicado en: la Curación
por las flores, por Editorial Edaf.), y en todo ese proceso llega a la profunda
convicción de que la enfermedad es el resultado de un “desencuentro”, del
alejamiento o la disonancia entre alma y personalidad, entre el mundo interno y
el mundo externo, e intuye que en las flores, como máxima expresión del reino
vegetal, hay una respuesta a esta discordancia; y que éstas, pueden intervenir
terapéuticamente en todos los procesos emocionales que preceden y acompañan a
la enfermedad.
Abandona todo lo que era su práctica médica
hasta ese momento, deja su consulta de Londres y se dedica a investigar en el
campo sobre los métodos de elaboración y aplicación de los preparados florales,
tanto a través de decocción como de maceración solar.
En 1932 escribe “Los doce curadores”, que es
una exposición de los doce remedios elaborados hasta entonces por él. Entre
1930 y 1936 elabora un sistema de 38 elixires florales que, junto al llamado
“Remedio de rescate”, forman el conjunto de 39 elixires, hoy día conocido como
“Flores de Bach”. Su sistema de investigación, sobre todo en el final del
proceso, fue muy peculiar, rayando en la mediumnidad, puesto que él entraba
espontáneamente en el estado de precariedad emocional específico por el cual se
veía impulsado a buscar la flor adecuada.
Edward Bach muere en noviembre de 1936, con la
certeza no sólo de haber aportado un sistema inofensivo de manejo, operativo y
eficaz frente a la enfermedad, sino todo un método para el trabajo de
crecimiento personal y liberación de la consciencia; ya que los elixires
florales no actúan de forma sintomática y parcelaria, sino que lo hacen de
forma global y holográmica, liberando los patrones de conducta y de pensamiento
erróneos y posiblemente conducentes a desequilibrios sutiles, pero poderosos en
el devenir de la enfermedad.
A lo largo de la lectura de este libro que
tengo el honor de prologar, podemos asistir a todo el proceso de evolución
personal de Bach, ya que es un compendio cronológico de conferencias impartidas
por él; asistir no solamente a su evolución profesional, incluso a su
maduración espiritual, sino deleitarnos con pequeños detalles, breves
comentarios de primera mano sobre las esencias, detalles inéditos y no
recogidos hasta ahora en toda la literatura que sobre el tema se ha escrito.
Por lo tanto, os invito a que lo leáis con atención, a comprender cómo Edward,
a través del ejercicio sistemático de la coherencia personal, pasa de
concepciones racionalistas y científicas a posiciones que le llevan a concebir
la vida como un flujo continuo y constante del espíritu y a experiencias tan
“raras” como la proyección astral consciente para tratar a sus pacientes.
Desde su muerte han surgido nuevos
investigadores y nuevas esencias, pero sin duda a él le corresponde el honor de
ser el primero, el ermitaño que alumbró en nuestro tiempo una nueva forma de
entender la vida, la enfermedad y la luz que de todo ello puede desprenderse.
Que el prólogo no sea sino un homenaje al
hombre que sintió la llamada profunda de la vida, que vivió el sagrado hacer de
la naturaleza a través del mundo de las flores. Esa consagración por la que,
todos los días, “La Amada” –Gaia– renueva la
promesa de amor eterno a su Amado –el Universo.
Pedro
López Clemente "
El Texto precedente corresponde al Prólogo del libro "Remedios Florales-Escritos y conferencias". ¡Una obra maravillosa que les sugiero leer!
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